jueves, 5 de diciembre de 2013

 Centralia es un municipio en el condado de Columbia, Pennsylvania, en los Estados Unidos. A pesar de que recientemente en 1981 había más de 1.000 habitantes, la población disminuyó a 12 como resultado de una vieja mina en llamas, que arde debajo de la ciudad.

El pueblo fue registrado en 1866, pero ya existía desde 1841; el poblado fue cuna de activistas de la organización secreta de mineros llamada Molly Maguires, durante el período entre 1860 y 1870. El fundador de la ciudad, Alexander Rea, fue una de las víctimas de esta orden clandestina, cuando fue asesinado en las afueras del municipio el 17 de Octubre de 1868. Fue una epoca de extraños asesinatos e incendios inexplicables.


Pero no fue hasta el año 1962, cuando un incendio aparentemente inofensivo en un basurero de Centralia se extendió repentinamente por el subsuelo y encendió una veta de carbón situada bajo la ciudad. Las llamas de la superficie fueron extinguidas por los bomberos, pero el carbón siguió ardiendo bajo las casas hasta convertirse en un monstruo incontrolable que obligó a desalojar la ciudad.

 Hoy día, Centralia es un lugar abandonado y fantasmal. La mina subterránea sigue ardiendo y se calcula que contiene carbón para hacerlo durante 250 años más.El aspecto actual de Centralia es lo más parecido a una película de terror. De hecho, el lugar sirvió de inspiración para el videojuego y la película “Silent Hill”. El incendio ha levantado las calles o partido en dos las carreteras; pequeñas columnas de humo delatan los lugares por los que trata de respirar.

La carretera estatal 61, que fue cerrada a mediados de los 90, es un lugar auténticamente espectral. Un enorme cartel nos advierte del peligro poco antes de llegar: “Incendio en mina subterránea. Adentrarse en este área puede ocasionar graves daños o la muerte. Gases peligrosos. Peligro de hundimiento”. La fuerza del incendio ha rajado la carretera en dos; una gigantesca grieta que cruza de un lado a otro como si la tierra acabara de estallar.


Actualmente se calcula que la veta de carbón bajo Centralia tiene unos 10 kilómetros de extensión y arde a unos 1.000 metros de profundidad. Las autoridades se dieron cuenta de su existencia a mediados de los 70. Se abrieron varios agujeros en la tierra para comprobar las evoluciones del incendio y lo consideraban controlado. Hasta que el propietario de una gasolinera local introdujo una vara para medir los tanques subterráneos y descubrió que estaban a 80º C.


Poco tiempo después, un niño de 12 años fue rescatado tras caer en un pozo de más de 40 metros que se abrió bajo sus pies. A la vista de los acontecimientos, las autoridades se pusieron en marcha y en 1984 evacuaron la ciudad. Unas cuantas familias optaron por quedarse hasta que en 1992 fueron expulsadas definitivamente.

Hoy día, lo poco que queda del pueblo ha sido devorado por la vegetación. De vez en cuando algún grupo de despreocupados turistas se aventura en las inmediaciones de la mina y se fotografía junto a las humeantes chimeneas.