martes, 30 de septiembre de 2014

El proyecto SG-3


En los años 70 el Consejo Científico Interdepartamental para el Estudio de la Tierra y la empresa estatal GNPP Nedra emprendieron un ambicioso proyecto: cavar el hoyo más profundo de la Tierra. Llegaron a profundizar casi 13 kilómetros, pero una vez llegados a este punto, y tras 20 años de exhaustivo trabajo, se negaron a continuar con su objetivo y abandonaron el proyecto.

En el año 1962, la URSS decidió a llevar a cabo un importante proyecto científico de estudio y prospección de la corteza terrestre. La finalidad de este proyecto consistía en investigar la litosfera en el lugar donde la discontinuidad de Mohorovicic se acerca a la superficie de la Tierra. La discontinuidad de Mohorovicic es una zona de transición entre la corteza y el manto terrestre. Aparece a una profundidad media de unos 35 kilómetros pudiendo encontrarse a mas de 65 kilómetros de profundidad en los continentes y a unos 10 kilómetros en los océanos.

La discontinuidad de Mohorovičić, a veces llamada simplemente «moho», es una zona de transición entre la corteza y el manto terrestre. Se sitúa a una profundidad media de unos 35 km, pudiendo encontrarse a 70 km de profundidad bajo los continentes o a tan solo 10 km bajo los océanos. Se pone de relieve cuando las ondas sísmicas P y S aumentan bruscamente su velocidad. Constituye la superficie de separación entre los materiales rocosos menos densos de la corteza, formada fundamentalmente por silicatos de aluminio, calcio, sodio y potasio, y los materiales rocosos más densos del manto, constituido por silicatos de hierro y magnesio.

A su vez, EE.UU. también luchaba por batir el récord en la perforación de la superficie de la capa terrestre y poder así hallar la discontinuidad de Mohorovicic, pero sus esfuerzos se vieron mermados en 1960, cuando el perforador de diamantes se rompió. El elevado coste de su substitución impidió poder continuar con el proyecto, alcanzando una profundidad menor que la de su eterno rival, 9.583 metros.

La inhóspita península de Kola

Los soviéticos escogieron para la perforación de su pozo superprofundo un lugar en la inhóspita península de Kola, cerca de una explotación minera de níquel próxima a la superficie. En parte, el lugar se escogió para comprobar si existían otras vetas de ese mineral a profundidades mayores, como así fue. El 24 de mayo de 1970 comenzó la perforación. Mientras, se construía en torno al pozo una especie de colonia industrial para los trabajadores e ingenieros, todo para mantener la perforación activa las 24 horas del día.

El objetivo inicial era ambicioso, alcanzar los 15.000 metros de profundidad. Paradójicamente, aunque pueda parecer una gran profundidad, no dejaba de ser poco menos de un 1% de la distancia al centro de la Tierra. Los primeros cuatro años, la perforación avanzó rápidamente y el pozo alcanzó los 7.263 metros. En dos años más ya se habían superado los 9.583 metros, la profundidad del pozo que era hasta esa fecha el más profundo, el Bertha Rogers, en Oklahoma.

Prueba y Error

Conceptualmente, perforar la tierra es fácil. Un taladro rotatorio es colocado dentro de un pozo y va destruyendo el fondo del agujero y así el pozo se va haciendo más y más profundo. Diferentes fluidos se hacen circular por el taladro con el fin de refrigerarlo. Cuando el taladro se gasta, se cambia. Aunque lo esencial era bien conocido, la perforación a grandes profundidades lo complicaba todo.

Hasta los 7.000 metros, los soviéticos pudieron emplear equipos estándar provenientes de la industria petrolífera y gasística. A partir de ese punto, al no existir ningún referente anterior de perforación a esas profundidades, se tuvieron que desarrollar nuevas técnicas y maquinaría, utilizando el método de prueba y error. Los soviéticos tuvieron que afrontar numerosas dificultades, aunque el principal problema que se encontraron fueron las altas temperaturas a las que tenía que trabajar la broca, lo que hizo que se tuvieran que idear sistemas de refrigeración y brocas capaces de trabajar a más de 300 grados.

Para continuar con la perforación, se tuvo que diseñar una nueva perforadora, la Uralmash 15000, especialmente ideada para la perforación a altas profundidades. Se trataba de una turbo perforadora (turbodrill, en inglés) , un invento perfeccionado por los soviéticos a finales de la década de 1940. A diferencia de las perforadoras tradicionales de rotación, en este sistema la columna de perforación se mantiene inmóvil y sólo gira la broca montada en el extremo inferior, reduciéndose así la tensión a la que es sometida toda la columna. Un mecanismo hidráulico hace girar la broca por la acción del lodo bentonítico a presión que circula a través de ella y que es bombeado desde la superficie.

Sin embargo, el sistema también tiene desventajas. La más importante es el desgaste que sufren las brocas, que giran a más revoluciones que en un sistema rotatorio. Este desgaste, unido a la menor calidad de los materiales que solían usar los soviéticos, hacía que el tiempo dedicado a la substitución de las brocas y otras tareas de mantenimiento redujera el tiempo efectivo de perforación y, en definitiva, fue uno de los factores principales que hizo que la mayoría de perforaciones soviéticas fueran mucho más lentas que las occidentales.

Otro problema que se encontraron los ingenieros de Kola, en este caso debido a la gran profundidad del pozo, fue el del propio peso de la columna de perforación. Pese a utilizarse aleaciones ligeras de aluminio, la columna, de 147mm de diámetro, junto con el lodo de perforación pesaba más de 200 toneladas. En el caso del pozo de Kola, se utilizaron tres tipos diferentes de aleaciones de aluminio, para la sección más profunda, una adecuada para las altas temperaturas, mientras que la de la parte superior otra que primaba la resistencia.

Los ingenieros de Kola también tuvieron que idear aparatos especiales para realizar mediciones físicas directamente en el fondo del agujero, antes de que las muestras de roca (los “cores”) fueran subidas a la superficie. De manera similar a como ocurre con los peces que viven a grandes profundidades, que cuando son subidos a la superficie tienden a explotar, cuando las muestras de roca eran sacadas a la superficie se deformaban debido a sus elevadas presiones internas.

12.000 metros de profundidad

Cuando ya se llevaba casi 13 años de trabajos, en 1983, la perforación alcanzó los 12.000 metros, pero los trabajos se detuvieron. Se aproximaba el Congreso Internacional de Geología, que ese año tocaba celebrar en Moscú. El congreso dedicó un monográfico al pozo de Kola, durante el que se hicieron públicos algunos de sus descubrimientos. La pausa duró todo el año y parece ser que contribuyó a la fatídica avería del 27 de setiembre de 1984. Ese día, durante la maniobra de retirada de la corona del taladro, este se atascó, presumiblemente, porque la columna de perforación quedó atrapada en una sección elíptica del agujero. Todos los intentos para resolver el atasco tratando de subir la columna resultaron inútiles.

Al final, la tensión a la que se vio sometida la tubería acabó provocando su rotura a los 7.000 metros de profundidad. La rotura ocurrió en una parte cavernosa (zonas en las que el diámetro del pozo es muy superior al diámetro nominal del taladro) del agujero y la parte superior de la columna se desvió. Los intentos para volver a conectar con la sección perdida de la tubería resultaron infructuosos. Se habían perdido 5 años de trabajo, 5.000 metros de tuberías habían quedado atrapados en el fondo del pozo.

Volviendo al trabajo

Ante esta situación, se decidió que antes de continuar con la perforación era necesario hacer el agujero más ancho y colocar un “envoltorio”, una tubería exterior, para estabilizar las secciones cavernosas de la parte superior del pozo, que eran las más inestables. El diámetro del pozo se amplió hasta los 295mm de diámetro y se colocó una tubería exterior de 245mm hasta los 8.000 o 9.000 metros de profundidad. Durante la operación para hacer más ancho el pozo, a la profundidad de 7.000 metros, el taladro se desvió de su anterior trayectoria y se continuó perforando un nuevo pozo lateral de 295mm de diámetro. Una vez se acabó de colocar la tubería exterior, la perforación siguió con un diámetro de 215.9mm.

Se tardarían casi 5 años en llegar a la profundidad anterior a la rotura, pero en 1989 se llegó a los 12.262 metros. Durante ese año, se esperaba que el pozo pudiera alcanzar los 13.500 y en otros cuatro años más, los 15.000. Sin embargo, las temperaturas que se estaban encontrando durante la perforación eran muy diferentes de las esperadas.

A los 10.000 la temperatura alcanzaba ya los 180 grados, mucho más de los 100 que se habían pronosticado. De seguir así la progresión, la temperatura a 15.000 metros de profundidad hubiera sido de unos 300, lo cual hubiera impedido al taladro trabajar. Con estos datos se consideró imposible continuar con la perforación y en 1992 se decidió detener los trabajos.

Vida ahí abajo

Según Yuri Yakolev, un geólogo que trabajó en Kola, no se esperaba encontrar pruebas de vida a grandes profundidades. Sin embargo, a medida que la broca iba penetrando a través de capas alternativas de rocas ígneas, se encontraron, aparte del agua, acumulaciones de gas y algunas sales de iodo y bromo. Incluso cuando se alcanzaron los 6.000 metros se encontraron fósiles microscópicos, entre los que se identificaron 24 especies distintas de plancton.

El Pozo al Infierno

Pero hay otras versiones al respecto, mucho más inquietantes que la versión oficial que dio la URSS. En una supuesta publicación en el periódico finlandés Ammennusatia, se decía que las excavaciones habrían alcanzado en 1992 una profundidad de 14.400 metros, y que a partir de esta profundidad, la perforadora hubiera dejado de ejercer presión sobre el suelo para empezar a girar de forma alterada y sin apenas oposición.

Intrigados por el extraño descubrimiento, decidieron bajar unos micrófonos muy resistentes al calor hasta la caverna. La temperatura allí abajo era de 1.100 grados y entre las llamas se podían escuchar voces humanas chillando.



Pero esta historia no sólo cobraba fuerza por la descripción de los hechos, sino que además daba el nombre y testimonio de uno de los supuestos científicos que participaron en aquella obra. El testimonio publicado en el supuesto diario, fue la del líder de la excavación, el doctor Azzacov, quien contó de esta manera lo sucedido:

doctor Azzacov
"Tratamos de escuchar los movimientos a cierto intervalo con unos micrófonos ultra sensitivos, los cuales dejamos entrar en el agujero. Lo que escuchamos, convirtió nuestra lógica científica en ruinas. Eran, en momentos, unos sonidos débiles, pero a la vez, altos en frecuencia, los cuales pensamos que venían de nuestro propio equipo. Pero después de algunos ajustes, comprendimos que en verdad el sonido venia del interior de la tierra. Apenas podíamos creer lo que nuestros oídos escuchaban. Escuchamos voces humanas, gritando con gran dolor. A pesar de que una voz era perceptible, pudimos escuchar miles, tal vez millones de almas gritando en sufrimiento. Después de este impactante descubrimiento, la mitad de los científicos renunciaron al proyecto por el temor. Esperamos que lo que este allá abajo, allá se quede.

Como comunista no creo en la existencia de Dios ni del cielo, pero como científico, ahora creo en el infierno es innecesario decir que fue algo impactante el haber hecho este descubrimiento. Pero sabemos lo que vimos y escuchamo
s".

¿Será verdad este testimonio? ¿Realmente escucharon los científicos involucrados en este proyecto el sonido de animales y voces humanas? De ser cierto, estas afirmaciones podrían dar veracidad a las teorías intraterrestres, las cuales dicen que en el centro de la Tierra existiría otro mundo, con otras gentes y otros animales. También conocida como la teoría de la Tierra hueca: esta dice que en los polos del globo existen dos entradas a lo que sería este mundo interior.

Nuevos proyectos en marcha

El pozo de Kola en la actualidad
El 23 de Septiembre del pasado año 2013, algunas publicaciones se hacian eco de la noticias.

Perforarán un pozo aún más profundo que el de Kola, Rusia, el mayor del mundo.

El programa internacional para descubrir los océanos, está integrado por 23 países donde destacan por su inversión EE.UU., China, España y Alemania, que anticipa la realización de un nuevo pozo que acceda a la litosfera terrestre, a una profundidad todavía mayor, pero ahora a partir del fondo del océano, donde se sabe que el grosor de la corteza es mucho más delgado. El problema más grande que deben enfrentar los científicos es el de las temperaturas que superaron los 180º. C

Los procesos que tienen lugar en la profundidad de la Tierra siguen siendo un misterio, pero los científicos soviéticos habían encontrado oro cuando llegaron a los 10 Kilómetros de profundidad lo que estimuló la perforación en grado sumo. Pero cuando pasaron esa profundidad, el taladro se fundió dos veces, algo que teóricamente, solo podría pasar cuando las temperaturas alcanzaran niveles solares. Sin embargo la concentración de 78 gramos de oro por tonelada de roca en esos niveles del subsuelo, provocaron un nuevo intento: la producción industrial es rentable a partir de 34 gramos por tonelada.

Estados Unidos había emprendido un proyecto similar al que ahora se planifica: el proyecto Mohole, intentando penetrar en la corteza del océano Pacífico, en las costas mexicanas, pero la falta de financiación hizo descartar el plan.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Las tablas de Michigan

Entre 1874 y 1915, en los alrededores de Detroit (Michigan) arqueólogos aficionados y campesinos de la zona comenzaron a desenterrar miles de tablas de arcilla y cobre en los túmulos indios que sobrevivían en el lugar. La tablillas presentaban motivos cristianos y representaciones de mamuts, elefantes, indígenas y personas con rasgos orientales.

Esta amalgama de símbolos y figuras que no correspondían con lo que marcaba la historia ortodoxa de EE.UU. suscitaron las dudas de los expertos y, más allá aún, ni siquiera se tomó la molestia de someter las piezas a estudio alguno declarando, sin ninguna clase de base científica, que solo se trataba de falsificaciones. El desinterés por el hallazgo fue tal, que en 1890 el antropólogo Morris Jastrow de la Universidad de Pensilvania, dijo lo siguiente sobre este descubrimiento:

… provienen de un aficionado, que demuestra su evidente ignorancia como falsificador. Basta con echar un vistazo a esos hallazgos para darse cuenta de su verdadera naturaleza: la mayor parte de las inscripciones son un revoltijo de signos fenicios, egipcios y griegos escogidos al azar de los alfabetos que aparecen en el diccionario Webster”.

Aunque sus descubridores (la mayoría de ellos sin vínculos entre si) se defendieron de las acusaciones, la sentencia ya estaba dictada y las piezas habían sido “oficialmente” declaradas como falsas.

Casi un siglo después, entorno a 1983, la investigadora Henriette Mertz sometió algunas de aquellas olvidadas tablas a un pormenorizado estudio. Mertz era toda una eminencia y experta en contactos precolombinos y cuando comenzó el análisis de las tablillas su único interés era el de demostrar, científicamente y de una vez por todas, que aquella historia solo era un fraude. Pero lo que estaba a punto de descubrir la sorprendería por completo, pues al terminar su investigación no tuvo mas remedio que concluir que las tablillas eran autenticas. Y fue más allá. En su opinión, fueron realizadas por cristianos que, antes de la caída del imperio romano, habrían huido a Norteamérica hacia el 312 d.C.

Después de las extraordinarias conclusiones a las que llegó Mertz muchos otros investigadores se interesaron por las tablillas. Uno de ellos fue Walter-Jörg Langbein quien, pese a su incesante búsqueda, no logró averiguar el paradero de ninguna de ellas. Fue como si la tierra se las hubiese tragado; como si nunca hubiesen existido. Lo único que parecía seguro es que algunas quedaron destruidas después del incendio de Springsport (Indiana) aunque, según Langbein, un tal “Tahd Wilson” había rescatado al menos una veintena de ellas.

El investigador estadounidense Evan Hansen afirma que gran parte de ellas fueron entregadas a los mormones de Utah y que, aún hoy, permanecen custodiadas por los mismos. Según Hansen, fue el propio Ronald Barney (archivero del Departamento de Historia del Templo Mormón de Utah) quien se lo confirmó en una carta fechada el 23 de marzo de 1992.

En otra carta, fechada esta vez el 14 de junio de 1993 y dirigida al profesor Emilio Spedicato (matemático de la Universidad de Bérmago, en Italia) los mormones revelan mas detalles; Glen Leonard escribe : “En 1965, la colección llegó a manos de Milton R. Hunter, un mormón interesado en la historia de América y, más tarde, su familia nos las donó”. Según Leonard la colección estaría compuesta por un total de 1.540 tablillas aunque Mertz hablaba de más de 2.700 piezas catalogadas por lo que, según Hansen, alguien habría ocultado los ejemplares mas interesantes.

Y es que las dudas de Evan Hansen están más que justificadas. El fundador del mormonismo, Joseph Smith, se inspiro en unas tablas muy similares que decía haber hallado hacia el año 1832 en el estado de Nueva York. Según el relato de Smith, un angel le mostro el camino y le instó a que tradujera las tablas. Así fue como surgió el libro Mormón. Los hechos que relata el libro Mormón comienzan en el año 600 a.C. en Jerusalén. Por mandato divino, un profeta llamado Lehi y un grupo de seguidores abandonan la ciudad y se trasladan al continente americano.  Allí comenzaron a trabajar las tierras y a dejar constancia de su historia en unas tablillas de metal.

En algún momento tiene lugar una batalla entre dos grupos étnicos,  los nefitas y los lamanitas. La cultura nefita desapareció y solo perduraron los lamanitas y serian estos lamanitas quienes formarían los pueblos indios que Colón encontró a su llegada. Esta es la historia que le fue “revelada” a Joseph Smith… ¿Acaso Smith encontró realmente alguna clase de tablas como las que más tarde se hallaron en Michigan?

Según el portavoz de prensa de la sede de los mormones de Utah, Don LeFevre, son los mormones quienes están en posesión de la practica totalidad de las tablas y asegura que no guardan ninguna relación con el libro Mormón, pues en las mismas aparecen inscripciones con motivos bíblicos. Por otro lado, también afirma que algunas de ellas presentan rastros de “mecanización” por lo que se duda de su autenticidad.

Así es que, a día de hoy, no ha existido ninguna investigación científica (aparte de la doctora Mertz) que arroje luz sobre la autenticidad de dichas tablas. Los mormones las mantienen en un total hermetismo y apartadas de cualquier tipo de estudio al respecto. Y lo hacen porque, de demostrase su autenticidad, la religión mormona saldría herida de muerte. No es entonces extraño que mantengan las mismas apartadas de los científicos y hagan todo lo posible por suscitar las dudas con respecto a su autenticidad.

Una de las pocas piezas que puede ser visitada es una gran roca esquistosa con grabados: el ápice del lado anterior contiene una misteriosa incisión, mientras en el espacio restante, que constituye los dos tercios del objeto, aparecen trazadas dos grandes «X», característica hallada también en los descubrimientos de Glozel. En la parte posterior está representado, en lo alto, la salida del sol, mientras abajo se ve un lagarto estilizado.

El modelo típico de las tablas de Michigan presenta en el lado anterior una parte realzada con el grabado de un «símbolo místico», mientras en el reverso aparece un «ojo omnisciente», seguido de un signo enigmático. Debajo de estas figuras se pueden hallar otras inscripciones, cuyo significado no ha sido aclarado por el momento.

Para Hansen, la verdadera historia pasa por una catástrofe cósmica que azotó La Tierra. Este investigador se basa en la recurrente historia del Arca de Noé, en numerosas alegorías a una inundación así como la representación de asteroides en dichas tablas (incluso representaciones de impactos de asteroides). Según Hansen, si observamos dichas iconografias, el diluvio que se describe en la Biblia sería causado por el impacto de un asteroide. Esta tesis fue formulada por primera vez en 1955 por Immanuel Velikovsky (otro proscrito de la ciencia)… ¿Cómo es posible que los “falsificadores” conocieran las hipótesis de colisión de Velikovsky? Puede que nunca lo sepamos… intuimos que la iglesia mormona jamás volverá a mostrar al publico el tesoro y la historia que guardan las que una vez fueron llamadas tablillas de Michigan.

jueves, 25 de septiembre de 2014

La historia de esta nave espacial alienígena ha estado dando vueltas por Internet desde alrededor del 2007 y mucha gente pensó que era una broma, pero la foto panorámica AS15-P-9625 (Atlas Apollo Images) podría probar la existencia de la nave espacial. La existencia de esta nave está rodeada de misterio y se dijo que había ‘misiones espaciales de la NASA clasificadas’ a la luna, con una máxima prioridad, un examen detallado de la enorme nave espacial. El misterio continúa con la declaración de William Rutledge.


El Sr. William Rutledge (retirado) afirma que él estaba en una misión especial de la NASA y participaba con la NASA en los años 70. Rutledge afirma haber trabajado en al menos dos misiones a la Luna, incluyendo el Apollo 19 y el Apolo 20, que dice se puso en marcha en agosto de 1976 desde la Base de la Fuerza Aérea de Vandenberg. Ambas misiones, según Rutledge, eran “misiones espaciales conjuntas secretas” resultantes de la colaboración entre los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Soviética. Ellas no aparecen en ninguna lista de misiones de la NASA, y si esto es cierto, es por una buena razón. ¿Qué tan grande es la nave espacial? Voy a dejar que la imagen hable.

Hacia la nave extraterrestre

Oficialmente, las misiones Apolo de la NASA tuvieron fin con la número 17. Seis de ellas se posaron en la superficie lunar, de la número 11 a la número 17 inclusive con la excepción del Apolo XIII.


Alexei Leonov
Se supone que, después de la número 17, tres cohetes Apolo fueron usados en misiones posteriores, pero fuera del Programa Apolo y sin tener por objetivo la Luna, sino un recorrido más corto: enviar tripulaciones a la estación espacial Skylab. Y una más para la misión Apolo-Soyuz. Sin embargo, lo que William Rutledge afirma es que el Apolo 17 tomó, entre otras, la fotografía de la nave alienígena abandonada, lo cual condujo a que las tres misiones de alunizaje posteriores fueran secretas y se realizaran en cooperación con los soviéticos.

De las tres misiones, la Apolo 18 habría orbitado la zona a fin de confirmar los datos, la Apolo 19 habría sufrido errores de telemetría que le impidieron alunizar y la Apolo 20 habría logrado lo inimaginable: obtener evidencia palpable de vida extraterrestre.

Siempre según Rutledge, la misión se llevó a cabo con tres astronautas: una norteamericana (Leona Snyder), un ruso (Alexei Leonov) y él mismo como comandante.


Lanzada en agosto de 1976, la nave cumplió su propósito y, tras el alunizaje, se pudo llegar a la zona objetivo. Allí encontraron la nave alienígena, de más de 3 km. de largo, abandonada según parecía desde mucho tiempo atrás, salvo por un cadáver aún conectado a lo que parecía un sistema de animación suspendida. La exploración de la zona les permitió ubicar además restos de una estructura artificial, quizá una base abandonada.

Rutledge afirma que la misión Apolo 20 hacia la Luna fue lanzada exitosamente el 16 de agosto del 1976, con una tripulación de tres miembros: William Rutledge, ex CDR de los laboratorios Bell/USAF, Leona Snyder, ex CSP de los laboratorios Bell/NASA, y Alexei Leonov, el cosmonauta soviético del "Apollo-Soyouz" (misión de un año antes). El cohete lanzado fue de fabricación norteamericana (Saturn 5 rocket) y el módulo lunar, de fabricación soviética.

Imágenes y incluso vídeos de esta supuesta nave han aparecido en la web y han sido popularizado por los investigadores como Richard C. Hoagland durante los últimos años.

Recosntruccion en 3D de la supuesta nave. Basandose en los Videos de mas abajo
El sobrevuelo antes del alunizaje del Apolo 20

Este es el canal de TV del módulo lunar LM-15 durante la última vuelta antes del descenso. LM-15 pasa por encima de Tsiolkovski, Fermi, Delporte y Lukte antes de pasar sobre el cráter Izsak Y. La nave espacial está filmada con un lente de teleobjetivo cercano, revelando más detalles. La CDR comunica las coordenadas del sudeste de las partes principales de la nave espacial, de más de 3  kilómetros de largo. Las distorsiones de color son causados ​​por la rueda giratoria en el interior de la TV de color Westinghouse:


El segundo video se grabó con una cámara está fijado en el ocular del telescopio, dando imágenes más claras y con más detalles:




Nota para mis lectores. Hasta aquí, todo lo que habéis leído tiene indicios de ser realidad. Es decir, hay algo en la luna que podría ser una decoloración de la superficie, un error fotográfico, un cráter extrañamente iluminado o una nave de vete a saber dónde. ¿Qué es en realidad? No se sabe o no quieren decírnoslo.

Ahora es cuando la historia se hace algo más inverisímil. Seguramente un montaje para dar bomba a esta extraña "anomalía".Pero eso ya te toca decidirlo a tí.

El encuentro con la Mona Lisa


Rutledge afirma que ellos (con el cosmonauta soviético, Lexei Leonov) desembarcaron un módulo Lunar (hecho en rusia) cerca de la nave extraterrestre y que realmente entrarón en él. Ciertos artefactos fueron descubiertos y recuperados, incluyendo dos cuerpos que alegaba eran los "pilotos"-- uno estaba en excelente condición y parecía ser femenina. Un segundo cuerpo estaba demasiado deteriorado para ser recuperado y solo se recuperó la cabeza. La ser femenina ha sido nombrada, "Mona Lisa".

    "Entramos en el interior de la gigantesca nave espacial, y también entramos en otra nave triangular que se encontraba dentro de la gran nave. La exploración determinó que se trataba de una nave nodriza muy antigua, que navegó el espacio hace por lo menos 1.5 millones de años. Habían muchas señales de biología en su interior, encontramos vestigios de antiquísima vegetación en una especie de "motor" en la sección donde estaban. También encontramos rocas especiales triangulares que emitían "lágrimas" de un líquido amarillo que aparentemente tienen algunas propiedades medicinales especiales y por supuesto, restos de otras criaturas extra solares".

   También encontramos restos de pequeños cuerpos alienígenas (10 cm) que yacían en una enorme red de tubos de vidrio a lo largo de la nave. Dicha red fue llamada "Ciudad" aquí en la Tierra, poco después de nuestro regreso. Pero el gran descubrimiento, -aparte de la monstruosa nave- fue el de los dos cuerpos, uno de ellos prácticamente intacto. La"Ciudad" fue también llamada "Estación Uno", pero estaba tan deteriorada que parecía ser una red de tubos conteniendo verdadera basura espacial, llena de chatarra y piezas de oro. Sólo una construcción parecía intacta, la cual nombramos la "Catedral". Tomamos fotos de cuantas piezas de metal encontramos, y de cada parte donde habían muestras de caligrafía. La "Ciudad" parecía ser tan antigua como la nave".


  
 "No recuerdo quién nombró a la mujer -el cuerpo recuperado-, si Leonov o yo, pero esta es mi descripción: Humanoide, mujer, 1.65 metros, con genitales, cabello, y seis dedos. Función: piloto, encontrada con dispositivos de navegación fijados en los dedos y los ojos. Tuvimos que cortar dos cables conectados a la nariz. Leonov tuvo que cortar los dispositivos conectados a los ojos. Concreciones de sangre o líquidos biológicos fueron derramados a través de la boca, la nariz, los ojos y algunas partes del cuerpo. No tenía ropa, traje espacial o vestimenta alguna".

    "Algunas partes del cuerpo se encontraban en condiciones inusuales de preservación, (como el pelo) y la piel estaba protegida por una delgada capa transparente. Como dijimos al control de la misión, por su condición, no parecía estar ni muerta ni viva. No teníamos entrenamiento médico, por supuesto, pero Leonov y yo realizamos una prueba fijando nuestro equipo biomédico en el cuerpo de la mujer, pero para sorpresa de todos, la telemetría recibida y verificada por uno de los médicos del equipo del control de la misión en la Tierra fue positiva. Aparentemente se encontraba en un profundo estado de hibernación o animación suspendida. Pero esa es otra historia".

También encontramos un segundo cuerpo, prácticamente destruido, pero trajimos de vuelta la cabeza. La piel era de color azul-gris, azul pastel. La piel tenía algunos detalles extraños por encima de los ojos y la parte delantera, además tenía una correa alrededor de la cabeza, sin ninguna inscripción. El "cockpit" de la nave nodriza estaba lleno de escrituras y estaba formado por largos tubos semi hexagonales. Ella está en la Tierra ("Mona Lisa") y no está muerta, pero prefiero publicar otros vídeos antes de contar lo que pasó después."


Mientras que el vídeo y la historia podría haber sido falsificada, el objeto que fue fotografiado por el Apolo 15 es a todas luces real. No es la decoloración de la superficie, un artefacto fotográfico o un cráter extrañamente iluminado. Entonces ¿Que es aquello tan grande que hay en la Luna?

martes, 23 de septiembre de 2014

El caso D.B.Cooper


El miércoles 24 de noviembre de 1971, un día antes del día de Acción de Gracias en Estados Unidos, un pasajero que viajaba bajo el nombre de Dan Cooper abordó un Boeing 727-100 en el vuelo 305 (número de registro de la FAA N467US) de Northwest Orient (posteriormente Northwest Airlines) que partía del Aeropuerto Internacional de Portland con destino a Seattle, Washington.

Dan Cooper fue descrito como un hombre de unos 45 años, con una altura entre 1,78 y 1,83 metros que ese día llevaba una gabardina negra, mocasines, traje oscuro, camisa blanca, corbata negra, gafas de sol oscuras y un alfiler de corbata hecho de madreperla. Se sentó en la parte trasera del avión en el asiento 18C y después de que la nave despegara, le entregó una nota a la azafata Florence Schaffner, que se encontraba sentada en un asiento plegable cerca de la salida trasera, justo a la derecha del asiento de Cooper. 

Ella pensó que se trataba de su número de teléfono, por lo que guardó la nota en su bolsillo sin leer su contenido. Sin embargo, Cooper se le acercó y le dijo: «Señorita, mejor lea lo que hay en esa nota. Tengo una bomba». En el mensaje estaba escrito: «Tengo una bomba en mi maletín. La usaré si es necesario. Quiero que se siente junto a mí».

Retrato robot de D.B.Cooper
La nota también pedía US$200 000 en billetes sin marcar y dos sets de paracaídas (dos paracaídas de espalda y dos paracaídas de emergencia) y explicaba detalladamente cómo se debían entregar estos objetos una vez que el avión aterrizara en el Aeropuerto Internacional de Seattle-Tacoma; si no se cumplían sus demandas, haría estallar el avión. Cuando la azafata informó a la cabina de vuelo sobre Cooper y sus demandas, el piloto, William Scott, contactó con el control del tráfico aéreo de Seattle-Tacoma, quienes a su vez se pusieron en contacto con la policía de Seattle y el FBI. La agencia se puso en contacto con el presidente de Northwest Orient, Donald Nyrop, quien pidió a Scott que cooperase con el secuestrador. 

El piloto ordenó a Schaffner volver a la parte trasera del avión y sentarse junto a Cooper para tratar de averiguar si la bomba era real. Cuando el secuestrador descubrió las intenciones de la azafata, abrió su maletín momentáneamente, lo suficiente para que Schaffner viera varios cilindros rojos, una gran batería y cables, convenciéndose de que la bomba era verdadera. Cooper le ordenó que le dijera al piloto que no aterrizara hasta que el dinero y los paracaídas estuvieran listos en el aeropuerto. Schaffner regresó a la cabina para entregar las instrucciones del secuestrador.

Intercambio de pasajeros
 
Boeing 727-100
Después de que las demandas fueron comunicadas a las autoridades, el avión empezó a sobrevolar el Puget Sound, un estrecho marítimo cerca de Seattle. Mientras recolectaban el dinero, los agentes del FBI siguieron las instrucciones de usar sólo billetes sin marcar, pero decidieron usar billetes impresos principalmente en 1969 y con números de serie empezando con la letra L, emitidos por el Banco de la Reserva Federal de San Francisco. 

Asimismo, los agentes pasaron rápidamente los 10 000 billetes de 20 dólares por un dispositivo Recordak para crear una fotografía en microfilm de cada uno y así grabar los números de serie. Las autoridades inicialmente pretendían usar paracaídas militares de la Base de la Fuerza Aérea McChord, pero Cooper especificó que quería paracaídas civiles que tuvieran cordones de apertura manuales. La policía de Seattle encontró unos ejemplares como los que exigía el secuestrador en una escuela local de paracaidismo.

Mientras tanto, Cooper permaneció sentado en el avión bebiendo un cóctel de bourbon whisky con soda de limón por el que ofreció pagar. Tina Mucklow, una azafata que permaneció junto al secuestrador la mayor parte del tiempo, lo describió como una persona agradable y lo suficientemente considerada para pedir que le dieran comida a la tripulación después del aterrizaje en Seattle. Sin embargo, los investigadores del FBI afirmaron que el secuestrador era obsceno y que usaba «malas palabras». 

la azafata Mucklow
A las 17:24, el control de tráfico del aeropuerto le comunicó a Scott que las demandas de Cooper habían sido cumplidas. Entonces el secuestrador permitió al piloto aterrizar. El avión tocó tierra a las 17:39. Posteriormente, Cooper ordenó a Scott que llevara la aeronave a una sección remota de la pista y que atenuara las luces en la cabina para evitar a los francotiradores de la policía. 

Asimismo, pidió al control de tráfico que enviara a una persona a entregar los $200 000 y los paracaídas. La persona elegida, un empleado de Northwest Orient, se acercó hasta el avión y entregó los objetos a la azafata Mucklow a través de las escaleras traseras. Pocos minutos después, Cooper liberó a los 36 pasajeros y a la azafata Schaffner, pero retuvo al piloto Scott, la azafata Mucklow, el primer oficial Bob Rataczak y al ingeniero de vuelo H.E. Anderson.
 
En ese momento, los agentes del FBI desconocían las intenciones del secuestrador y estaban perplejos por su demanda de cuatro paracaídas. Asimismo, se preguntaban si tendría un cómplice a bordo o si los paracaídas eran para los cuatro miembros de la tripulación que permanecían con él. Nunca antes había intentado alguien saltar en paracaídas desde un avión comercial secuestrado. 

Mientras la aeronave era reabastecida, un oficial de la Administración Federal de Aviación que quería explicar al secuestrador las implicaciones legales de la piratería aérea caminó hasta la puerta del avión y pidió permiso a Cooper para abordar el avión, pero este se lo negó al instante. Una bolsa de vapor en el motor del camión con gasolina retrasó el proceso de reabastecimiento y Cooper empezó a sospechar cuando, después de 15 minutos, no habían acabado. El secuestrador amenazó nuevamente con hacer estallar el avión, por lo que los encargados del abastecimiento aceleraron la tarea hasta completarla.

De vuelta en los aires
 
Después del reabastecimiento y de una inspección detallada del dinero y los paracaídas, Cooper ordenó a la tripulación despegar nuevamente a las 19:40. También decidió que volaran con rumbo a México, D. F., a una velocidad relativamente baja de 170 nudos (320 km/h), a una altitud de 3000 m (la altitud normal de crucero es entre 7600 y 11000 m), con los trenes de aterrizaje desplegados y con 15 grados de flaps. Sin embargo, el primer oficial Rataczak le dijo que el avión sólo podría volar 1 600 km bajo esas condiciones, por lo que Cooper y la tripulación discutieron otras rutas antes de decidir volar hasta Reno, Nevada, en donde se reabastecerían nuevamente. También decidieron volar en la ruta Victor 23, una ruta aérea federal que transcurre al oeste de la cordillera de las Cascadas. Asimismo, Cooper ordenó a Scott que dejara la cabina despresurizada, ya que esto evitaría una salida violenta de aire y facilitaría la apertura de cualquier puerta para saltar en paracaídas.
 
Inmediatamente después del despegue, Cooper pidió a Mucklow, quien había estado sentada junto a él, que volviera a la cabina y que permaneciera allí. Antes de que pasara tras las cortinas que separaban primera clase de clase económica, la azafata vio al secuestrador atando algo a su cintura. Momentos más tarde, en la cabina, la tripulación observó una luz intermitente indicando que Cooper intentaba abrir la puerta trasera de la aeronave. A través del interfono, Scott le preguntó si había algo que pudieran hacer por él, a lo que el secuestrador respondió: «¡No!».

La tripulación empezó a notar un cambio de presión en la cabina. Cooper había abierto la puerta trasera y había saltado del avión. Esta fue la última vez que se supo de él. El FBI cree que el salto fue realizado a las 20:13 sobre el suroeste del estado de Washington ya que a esta hora las escaleras traseras se sacudieron, posiblemente en el instante en que abandonó la aeronave. En ese momento, el avión estaba volando a través de una tormenta y la nubosidad impedía ver el suelo. Debido a la mala visibilidad, los aviones de caza F-106 que seguían la aeronave no se dieron cuenta del salto del secuestrador. Inicialmente se creyó que había aterrizado al sureste del área no incorporada de Ariel (Washington), cerca del lago Merwin, 48 km al norte de Portland (Oregón). Teorías posteriores, basadas en varias fuentes tales como el testimonio del piloto de Continental Airlines, Tom Bohan —quien volaba a 1 200 metros sobre el vuelo 305 y 4 minutos detrás del mismo—, ubican la zona del aterrizaje a 32 km al este de ese punto.


Después de dos horas y media del despegue en Seattle, el avión, con la compuerta trasera abierta, aterrizó en Reno a las 22:15. El aeropuerto y la pista fueron rodeados por agentes del FBI y de la policía local. Tras comunicarse con el capitán Scott, se determinó que Cooper había abandonado la aeronave y los agentes abordaron el avión para buscar cualquier evidencia que hubiera dejado, encontrando varias huellas dactilares, una corbata con un alfiler de madreperla, dos de los cuatro paracaídas y ocho colillas de cigarrillos.
 
Sin embargo, no había rastro del maletín del secuestrador, del dinero, de la bolsa que lo contenía ni de los dos paracaídas restantes. Las personas que habían interactuado con Cooper a bordo del avión y en tierra fueron interrogadas para crear un retrato robot. La mayoría de los testigos proporcionaron la misma descripción, por lo que el FBI estima que el retrato es una representación fiel de Cooper y lo utiliza en todos los pósters en los que se requiere su captura.

Desaparición

Aunque a finales de 1971 y principios del año siguiente se llevaron a cabo diversas búsquedas aéreas y terrestres en un área de 73 km² en donde se creía que Cooper había aterrizado, no se encontró ningún rastro del secuestrador o de su paracaídas. La velocidad del avión (91 metros por segundo), las diferencias de altitud y la incertidumbre del momento del salto dificultaron la determinación del punto exacto de aterrizaje. Debido a esto, el FBI cree que Cooper no sabía dónde iba a aterrizar, por lo que probablemente no había un cómplice en tierra que lo ayudase a escapar. Inicialmente, el FBI trabajó junto a los policías de los condados de Clark y Cowlitz, quienes realizaron búsquedas a pie y en helicóptero. 

Otros patrullaron el Lago Merwin y el Lago Yale en botes. Pese a que con el paso del tiempo no aparecía ningún tipo de pistas, la llegada del deshielo con la primavera boreal favoreció que se realizara una búsqueda terrestre extensiva, llevada a cabo por el FBI y más de 200 miembros del Ejército de los Estados Unidos que estaban estacionados en Fort Lewis. La expedición examinó metro por metro del área estimada de aterrizaje durante dieciocho días consecutivos del mes de marzo y por otros dieciocho días en abril de 1972. Después de seis semanas, la búsqueda no rindió ningún resultado, por lo que existe controversia sobre si Cooper aterrizó realmente en esa área y si sobrevivió al salto.

Con el paso de los años, nuevas evidencias fueron apareciendo. A finales de 1978, un cazador que se encontraba al norte del área estimada de aterrizaje encontró una pancarta con instrucciones para abrir la puerta trasera de un Boeing 727. Después de ser analizada, se determinó que pertenecía a la puerta del avión secuestrado. 

El 10 de febrero de 1980, Brian Ingram, un niño de ocho años que estaba de pic-nic con su familia, encontró $5.880 en billetes semidestruidos (un total de 294 billetes de $20 todavía atados en bandas elásticas) aproximadamente a doce metros de la orilla del río Columbia a ocho kilómetros al noroeste de Vancouver (Washington). Después de comparar los números de serie de estos billetes con los de los billetes entregados a Cooper, se determinó que el dinero encontrado por Ingram era parte del rescate pagado nueve años atrás. 

Varios científicos locales reclutados por el FBI declararon que el dinero pudo haber llegado a ese lugar después de que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos dragara varias secciones del río en 1974. Otros expertos, incluyendo al geólogo Leonard Palmer de la Portland State University, estimaron que el dinero tuvo que haber llegado después de que el dragado hubiera finalizado ya que Ingram encontró los billetes sobre depósitos de arcilla que habían sido sacados del río por la draga. Varios investigadores e hidrólogos creen que los billetes llegaron al río Columbia a través de uno de sus afluentes, posiblemente el río Washougal, el cual nace en el área donde se cree que aterrizó Cooper.

El descubrimiento de los $5 880 respaldó la teoría del FBI de que Cooper no sobrevivió al salto ya que era improbable que un criminal dejara atrás parte de un botín por el que arriesgó su vida. Las autoridades conservaron los billetes recuperados hasta 1986, cuando un tribunal repartió el dinero entre Ingram, el FBI, Northwest Airlines y su compañía de seguros. El 13 de junio de 2008, de acuerdo con los deseos de Ingram, la casa de subastas Heritage Auctions vendió 15 de los billetes en Dallas (Texas) a varios compradores por un total de más de $37000.

Con la excepción del dinero recuperado por Ingram, el resto del rescate continúa desaparecido. Los números de serie de los 9.998 billetes entregados al secuestrador se encuentran en una base de datos que puede ser consultada por el público a través de un motor de búsqueda.

Repercusiones

Efecto en las aerolíneas

El secuestro provocó que se dieran grandes cambios en la seguridad de los vuelos comerciales, principalmente la adición de detectores de metal en los aeropuertos, nuevas reglas de seguridad de vuelo instauradas por la FAA y modificaciones en el diseño Boeing 727. Después de tres secuestros similares en 1972, la Administración Federal de Aviación exigió que todos los Boeing 727 estuvieran equipados con un mecanismo conocido como el «Cooper vane», una cuña aerodinámica que impide que las escaleras traseras de un avión sean abiertas durante el vuelo.

Nueva evidencia

El 1 de noviembre de 2007, el FBI publicó información sobre una evidencia del caso que no había sido revelada al público anteriormente. La institución exhibió el tiquete aéreo de Cooper, el cual había costado $18,52. También reveló que el secuestrador había solicitado dos paracaídas de espalda y dos paracaídas de emergencia. Sin embargo, las autoridades le habían entregado inadvertidamente un paracaídas falso que era usado para dar demostraciones en clase. Este paracaídas no se encontró en el avión después del secuestro y algunos piensan que Cooper no se dio cuenta de que no funcionaba. El otro paracaídas de emergencia, que funcionaba adecuadamente, se encontró abierto en el avión con la cubierta cortada, por lo que se cree que Cooper lo usó para asegurar la bolsa del dinero.
 
El 31 de diciembre de 2007, el FBI publicó un comunicado de prensa en Internet que contenía fotografías inéditas y nueva información del caso, con la intención de encontrar nueva evidencia sobre el secuestro y la identidad de Cooper. En el comunicado de prensa, el FBI descartó la teoría de que Cooper era un paracaidista experimentado. Aunque inicialmente habían creído que Cooper debería haber tenido entrenamiento para lograr el secuestro, un análisis detallado de los eventos hizo que el FBI modificara su teoría. Los investigadores comentaron que ningún paracaidista con experiencia intentaría saltar en medio de una tormenta y sin una fuente de luz. Asimismo, los investigadores creen que, aunque Cooper tenía prisa por escapar, un paracaidista experimentado se hubiera detenido a examinar su equipo.

El agente especial Larry Carr propuso la teoría de que Cooper tomó su nombre de Dan Cooper, un héroe de tiras cómicas francocanadienses, que es miembro de la Real Fuerza Aérea Canadiense y aparece saltando de un avión en la portada de una revista.

¿Se ha resuelto el caso actualmente?

Casi cuarenta años después, aún no se ha resuelto el misterio de la suerte del célebre criminal tras su temerario salto. El FBI ha seguido miles de pistas, e investigado en profundidad más de una veintena de sospechosos, pero sus huellas dactilares nunca han coincidieron con las que se encontraron en el avión. Sin embargo, nuevas pruebas han reabierto el interés por el caso, y apuntan a que podría haber sobrevivido.
 
Marla Cooper
Marla Cooper, una mujer de Oklahoma que asegura que el célebre malhechor era su tío, y murió en 1999. Marla recuerda que, estando una tarde en casa de su abuela, dos de sus tíos estaban planeando una acción, si bien ella no entendía de qué se trataba. Unos días después, uno de sus tíos, al que llamaba L.D., llegó a casa sangrando de forma abundante. “Era la mañana del día de Thanksgiving y mi tío estaba herido. Tenía sangre en la camiseta. Estaba en mal estado”, recuerda en una entrevista a la CNN Marla, que entonces tenía sólo ocho años. Su padre le dijo que “no podía hablar nunca de lo que había visto” porque podría significar la muerte de su tío, al que vio por última vez en la Navidad del año siguiente.

Durante casi cuatro décadas, Marla escondió en un recóndito rincón de su memoria aquel recuerdo, tal como le había ordenado su padre. Nadie en su familia habló nunca más de aquel incidente. Simplemente, su tío se esfumó, y ni tan siquiera apareció en el funeral de su abuela en 1975. Hace unos meses, Marla rompió por fin el pacto de silencio, e informó al FBI, que está estudiando la veracidad del caso.
 
El agente del FBI Fred Gutt ha reconocido a la CNN que, a pesar de no haber podido aún verificar la historia de Marla, las pruebas proporcionadas por la familia no parecen “inconsistentes”. Ahora bien, lo que parece difícil de explicar es cómo Cooper fue capaz de llevar a cabo su arriesgada evasión, escapando al cerco de las autoridades. “Al principio pensamos que Cooper era un experimentado paracaidista, quizás de las fuerzas armadas. Pero luego concluimos que no podía ser. Ningún experimentado paracaidista se habría arriesgado a saltar en una noche de lluvia, con vientos de 250 km hora, y vistiendo gabardina y mocasines”, explicó el agente Larry Carr en 2007.

Además, la policía cree que no contaba con ningún compinche en tierra, pues no dio instrucciones precisas al piloto sobre qué zona debía sobrevolar y, además, aquella noche la visibilidad era pésima. “Saltar al desierto sin un plan, sin el equipo adecuado, en una condiciones meteorológicas tan adversas ... Probablemente no pudo abrir ni su paracaídas”, dijo Carr en 2007.

Si finalmente se confirma la historia de Marla Cooper, su tío se habrá ganado con todo merecimiento un lugar en la lista de criminales más brillantes (y afortunados) del siglo XX junto a Bonnie & Clyde.