martes, 12 de mayo de 2015

la “Esfera de Betz”

Lo llamaron la “Esfera de Betz” porque fue la familia Betz, de Jacksonville, Florida, quienes encontraron este extraño artefacto en 1974. No obstante, cabe decir que este extraño objeto recibe otros muchos nombres, siendo uno de ellos “el dispositivo del juicio final.

¿La razón? Se llegó a pensar que era una especie de bomba nuclear alienígena, un peligroso dispositivo que, durante bastante tiempo, trajo de cabeza a la Marina, a los científicos, a la prensa, y a la familia Betz, quienes a pesar del riesgo y el misterio, no quisieron deshacerse de su “esfera” en ningún momento.
 
La misteriosa esfera del bosque

Fue un 26 de mayo, una calurosa mañana cuando Terry, salió a pasear por el bosque de Fort George Island, al este de Jacksonville, en Florida. Quería ver el estado de aquellas tierras después de que el fuego hubiera sido sofocado días antes, así que se adentró por la humeante espesura abriéndose paso entre la ceniza y los árboles carbonizados. Y fue entonces cuando le llamó la atención algo reluciente que había en el suelo. Era una esfera.

Se trataba de una bola de metal completamente esférica y con una sola marca: un triángulo. Terry Mathew Betz tenía 21 años y era estudiante de medicina, y lo primero que pensó al verla era que se trataría de algún tipo de material militar, incluso -¿por qué no?- de parte de algún satélite que habría caído del cielo. ¿Y qué hizo entonces nuestro protagonista? Lo que cualquiera de nosotros. Coger el orbe y llevarlo a casa. Era algo curioso que también gustó al resto de la familia, aunque no tanto al perro de la casa…

La esfera, lejos de ser un elemento decorativo más en la casa, se volvió de pronto en algo que empezó a “alterar” la armonía familiar. Cuando Terry tocaba la guitarra, aquella esfera vibraba emitiendo un molesto zumbido. El perro, por su parte, empezó a cambiar su comportamiento, se sentía alterado, inquieto… Como si aquel orbe lanzara un sonido de baja frecuencia que solo el animal podía percibir. Aunque lo verdaderamente inquietante vino cuando los padres de Terry se dieron cuenta de que el orbe, de algo más de 20 centímetros de diámetro, se movía solo y cambiaba de lugar por las noches.

Se asustaron. Era el momento de llamar a la NASA.

Las investigaciones

Los Betz eran muy conscientes de que el contexto político de aquel momento, invitaba más bien a la prudencia y la cautela en cuanto a aquel tipo de artefactos que “supuestamente” caían del cielo. La Guerra Fría estaba haciendo que la carrera armamentística avanzara cada día más, así que no dudaron en acercarse a la base de la Estación Aérea Naval de Jacksonville, para que éstos, seguidamente contactaran con la NASA para averiguar qué era aquel artefacto. Y éstas fueron las conclusiones a las que llegaron en un primer análisis mediante rayos X:

La esfera estaba cubierta por una placa metálica de tres centímetros de espesor que soportaba, a su vez, una enorme presión interior.

En el interior del orbe había dos objetos redondos, y éstos, a su vez, estaban envueltos por un material de gran densidad, algo que no podían determinar. No obstante, en esta primera valoración, concluyeron que no era ninguna bomba y que era algo claramente terrestre.



¿Fue esta la conclusión final a la que se llegó con la esfera de Betz? En absoluto, debido a la expectación de la prensa y otros medios, un tal Dr. James Albert Harder, profesor de la Universidad de California, pidió a la familia Betz que le entregaran durante unos días el famoso orbe. Después de un análisis completo junto otros colegas, afirmaron algo realmente inquietante. Las dos esferas internas, estaban hechas mediante elementos más pesados ​​que cualquier cosa conocida por la ciencia (de aquella época, recordemos que estábamos en 1974).  Por lo cual, se recomendó no perforarla, porque de hacerlo, podía explotar como una bomba atómica. Lo llamaron, el “objeto del juicio final”.

Hubo otro análisis más. Éste, realizado por el  Dr. Carl Willson, de la “Omega Minus One Institute”. Fue aquí donde se comprobó que, efectivamente, se movía sola, que emitía además ondas de radio de baja frecuencia, y que “tenía algún dispositivo” extraño en su interior. ¿A qué conclusión llegó pues el Dr. Willson? A una realmente asombrosa: aquel orbe debía ser una sonda extraterrestre o algún tipo de dispositivo antigravitacional.

Llegados a este punto te preguntarás si se llegó a alguna conclusión final. Desde luego. La esfera de los Betz, según la versión más “aceptada”, no era ninguna bomba ni ninguna sonda, ni mucho menos, era, simplemente,  el rodamiento de una válvula robada (y casualmente perdida) de una fábrica de papel. Con esta repentina explicación se dio por “aplacada” toda la expectación sobre el misterioso orbe. No obstante, pocos quedaron satisfechos, porque nadie había visto antes una válvula que contuviera en su interior aquel misterioso dispositivo…

Nunca se volvió a hablar de la esfera de los Betz, todo quedó en un vago y deshilachado recuerdo. Se sabe que la familia siguió conservando el orbe, que lo llevó a más centros para averiguar su procedencia real, pero no se volvieron a publicar más datos sobre él. El olvido los envolvió a todos. Una lástima.