jueves, 25 de junio de 2015

Los ángeles de Mons

El 22 de agosto de 1914, inició la primer gran batalla de las Fuerzas Expedicionarias Británicas en la Primera Guerra Mundial; la cual llegó a ser conocida como la batalla de Mons. Para sorpresa de ambos bandos, las fuerzas alemanas que tenían una ventaja tecnológica y numérica muy superior a la de los británicos; fueron vencidas de una manera aplastante, y Alemania se vio forzada a retroceder al día siguiente.

Pese a la censura en los medios ingleses, la batalla se consideró un momento clave en la guerra y fue la primera indicación de que vencer a Alemania como se pensaba. Para el resto del mundo, la habilidad británica para repeler la marcha de los alemanes fue impresionante, y el reclutamiento militar para luchar en la guerra se incrementó bastante en las semanas posteriores. Pero, ¿Habia sido solo la habilidad británica la causante de tan "milagrosa" victoria?

Los ángeles de Mons

El ejército británico al mando del general John French, había desembarcado en Francia para luchar en la región de las Ardenas contra el ejército del imperio alemán, bastante más numeroso. El 23 de agosto French tuvo que retirarse tras una violenta batalla con la intención de agruparse y atacar de manera contundente a los alemanes, pero esa noche sus superiores le ordenan replegarse hacia el sur, dejando al descubierto el flanco de su ejército y expuesto a un ataque seguro que causaría multitud de bajas.

Los soldados acatan la orden con resignación sabiendo el peligro que supone esa orden y avanzan en medio del bosque perseguidos de cera por un batallón alemán, cuando una espesa niebla les rodea de repente impidiéndoles ver la salida de aquel bosque. El desanimo comienza a apoderarse de los soldados sabiendo que si no logran salir de allí en unas horas se verán rodeados por el enemigo.

De repente y según los testimonios de varios soldados, aparece un haz de luz brillante de la que surge una alta figura con dos alas largas y blancas, que  hace un gesto para que los asombrados testigos le sigan. Temerosos, se levantan y comienzan a seguir a la imponente figura por una zona que unos minutos antes había sido explorada y donde no habían encontrado ningún camino, es más, el amplio camino que ahora se hallaba antes ellos no figuraba en ninguno de sus mapas.

Pero los alemanes lograron alcanzarles antes de que abandonaran el bosque y cuando los británicos se daban por muertos, los soldados relataron que  de la nada, al igual que la misteriosa figura que los había guiado, surgió un extraño ejército cuyos pies no pisaban la tierra, que se interpuso entre ambos bandos haciendo que los caballos germanos salieran huyendo y que el ejercito alemán se retirara ante la fantasmal presencia.

Angincourt, un bosque encantado.

A pesar de prometer mantener silencio sobre los hechos, la curiosidad de la población de querer saber como habían regresado de una muerte segura por parte del enemigo, hizo que poco a poco los hechos  comenzaran a ser conocidos por la población y el rumor se extendió rápidamente. Unos decían que quien les había salvado eran los espíritus de los arqueros de otra famosa batalla que se celebró en ese bosque de Angincourt en 1415, pero para la mayoría no había duda, aquellos seres eran Ángeles, de ahí que a esta leyenda se le conozca como “Los Ángeles de Mons”
 
Arthur Machen y "The Bowmen"

En septiembre de ese mismo año, un escritor británico llamado Arthur Machen, publicó en diario londinense  “Evenig News”  el relato que había llegado a sus oídos, desatando la leyenda. En la publicación escribió que era el mismo  San Jorge comandando a los arqueros de Angicourt.

Un mes después, Machen recibió peticiones de parte de editores de revistas parroquiales para re-imprimir la historia, y en la introducción del libro "Los Arqueros y Otras Leyendas de la Guerra", Machen contaba que un sacerdote anónimo, el editor de una de estas revistas; subsecuentemente le pidió que por favor re-imprimiera la historia a manera de panfleto.

Los relatos de los soldados

La única evidencia real de visiones, fue dada por parte de los soldados, dijeron que lo que observaron fueron jinetes fantasmales, no ángeles o arqueros; y que esto ocurrió durante la retirada y no en la batalla misma. Estas visiones en ningún momento intervinieron para atacar o detener a los alemanes, y fueron explicadas como alucinaciones debido a la falta de sueño de parte de los soldados.Un oficial relató como los Ángeles les salvaron de una muerte segura al evitar que los alemanes les atacaran, y otro incluso afirmaba como dos jinetes fantasmagóricos les escoltaban hasta llegar sanos y salvos a territorio amigo.



Por supuesto nunca se sabrá si esta leyenda tiene algo de verdad o era solo para levantar la moral de la gente. Tal vez esas visiones fueran causadas por el cansancio, tal vez inventadas pero esos Ángeles llegaron a ser tan reales para la gente como la guerra misma.

viernes, 12 de junio de 2015

Estamos en la enigmática y bella ciudad de Estambul, concretamente, en Yerebatan Sarayı o el “Palacio Sumergido”. Es una gran cisterna subterránea donde se hallan las llamativas cabezas gigantes de varias Medusas,capaz de convertir a los hombres en piedra, y a la que Perseo mató cortándole la cabeza.

Pero ¿Donde esta la curiosidad? Las cabezas están dispuestas al revés en las bases de las columnas, y no se sabe si a modo de desprecio o para causar mayor efectismo. No obstante, son el principal reclamo para las decenas de turistas que, diariamente, visitan esta cisterna del Palacio Sumergido de Estambul.

El pasado de la Cisterna Basílica de Estambul

Esta cisterna subterránea se halla muy cerca de la Iglesia de Santa Sofía. Construido en el siglo VI por el emperador bizantino Justiniano I, se buscaba ante todo un escenario donde almacenar agua dulce para su palacio y los edificios cercanos, en especial para épocas de guerra y asedios en los que el acceso a ella, pudiera ser más complicado. No obstante, llegó un momento en que los otomanos preferían ya el agua corriente antes que la almacenada, de ahí, que con el tiempo, esta y otras cisternas subterráneas cayeran en el desuso y el olvido.

Fueron “redescubiertas” mil años más tarde, por un sabio llamado Petrus Gyllius. Este erudito sabía de su historia, y en especial de las leyendas que corrían en la antigua Constantinopla sobre que “de los sótanos emergían peces de vez en cuando”. ¿Cómo podía ser esto posible? La única explicación lógica era que existiera agua subterránea.

Y así fue, en 1545 se encontró esa fascinante cisterna subterránea, este exquisito escenario subterráneo construido a modo de catedral, a lo largo de casi 10.000 metros cuadrados. Ahora bien, hay un dato que debemos tener en cuenta sobre este “redescubrimiento”. Las aguas de las cisternas estaban infectadas. En su interior se encontraban decenas y decenas de cuerpos en descomposición, de esqueletos, cadáveres que se dejaron allí tras varias guerras. Toneladas y toneladas de lodo, de restos orgánicos que tardaron bastantes años en eliminar… Pensemos que en esta cisterna, caben 100.000 toneladas de agua.



El misterio de las Medusas

En este palacio subterráneo, se extienden cerca de 336 columnas de mármol a modo de bosque, sosteniendo un exquisito techo abovedado. En la base de algunas de estas columnas, están ellas, las Medusas, con su mirada abierta y su espesa cabellera de serpientes. Y mirarlas, produce un violento escalofrío, nos da la sensación de que nos van a convertir en piedra de un momento a otro, quedandonos como una columna más en ese escenario algo siniestro y misterioso.


Pero ¿por qué se hallan estas Medusas boca abajo y en esa posición tan extraña? Algunos historiadores mantienen su interesante teoría: para la construcción de esta basílica subterránea se utilizaron antiguos restos del foro de Constantino. Si eligieron poner las cabezas de las medusas al revés, fue para mostrar el escaso respeto de los arquitectos bizantinos hacia la cultura romana. Al fin y al cabo, para ellos, no eran más que representaciones paganas… Pero la realidad, sigue siendo un misterio.




jueves, 11 de junio de 2015

Tuvo mucho éxito, tanto, que su comercialización se extendió desde 1849 hasta bien entrado el siglo XX. Se trataba del infalible jarabe de la señora Winslow, un tónico “curalotodo” con el cual se aliviaba cualquier problema o dolencia infantil. Era, por así decirlo, el aliado perfecto para toda mamá de finales del siglo XIX que deseara, por ejemplo, pasar toda una noche de sueño tranquilo sabiendo que sus bebés no iban a despertarla en medio de la noche con sus lloros.

El famoso calmante de la señor Winslow

La causa principal por la que este compuesto medicinal se comercializó durante varios años con total tranquilidad fue debido, ante todo, por la fama del propio jarabe, por el boca a boca, por la eficaz campaña de publicidad y, sobre todo, por un informe que publicó la revista  “American Medical Times” en 1860, donde se avalaba la utilidad del jarabe calmante.

Este supuesto “medicamento” fue elaborado por la señora Charlotte N. Winslow en 1849, y eficazmente comercializado por sus sobrinos, Jeremías Curtis y Benjamin A. Perkins, en Bangor. Nada más salir al mercado contó con el apoyo de todos los medios, desde periódicos a programas de radio. Se incluía su imagen en libros de receta, en calendarios, en libros infantiles… Fue una campaña perfecta que impactó de inmediato en la población y, en especial, en aquellos colectivos a quienes iban dirigidos: las madres.

Para comprender cómo se vendía y publicitaba el jarabe de la señora Winslow, basta con darte el ejemplo de lo que se publicaba en 1870 en periódicos locales como el “The Telegraph Hampshire”.

¿Estás cansada de no dormir por las noches por el dolor de dientes de tus hijos? Con el calmante de la señora Winslow los pobres niños encontrarán alivio inmediato. Tiene un sabor suave que aliviará cualquier dolor de tu querubín, evitando que sufra por los gases, por la diarrea, por problemas de dentición o nerviosismo. Cualquier dolencia de tus niños, quedará aliviada por el jarabe de la señora Winslow. Se distribuye en todas partes y basta con una sola cucharadita por noche para que tú descanses, y tu niño duerma feliz”.

¿Quién podía resistirse a esas maravillas? Se vendía en Estados Unidos y en Reino Unido, y fueron miles los niños de entre 6 meses y 8 años quienes recibieron este peculiar tratamiento.
 
La auténtica composición del jarabe de la señora Winslow

•Sulfato de morfina (65 mg por onza fluida ).
•Carbonato de sodio.
•Distintos tipos de licores, uno de ellos era Foeniculi (un tipo de planta).
 
Las consecuencias de tomar regularmente el licor de la señora Winslow

Los niños se volvían dependientes. Obviamente el dolor quedaba aliviado, y los niños dormían plácidamente debido a la morfina, pero si la madre cometía el error de dar al niño una dosis elevada, las criaturas podían fallecer.

Muchos bebés sufrieron los efectos de esa dependencia, con lo cual, al final, presentaban síntomas de nerviosismo e irritabilidad. A pesar de ello, y para sorpresa de muchos, no fue hasta llegado el año 1911 cuando la Asociación Médica de Estados Unidos publicó un trabajo sobre “Asesinos de bebés”, ahí donde se incluían diversos medicamentos que estaban causando graves daños en la población infantil, estando entre ellos el famoso jarabe de la señora Winslow.



No obstante, a pesar de las denuncias y de la alarma médica, el jarabe no fue retirado del mercado hasta 1930. Desconocemos cuántos niños pudieron llegar a fallecer a causa de este supuesto remedio, pero lo que sí quedo patente es que muchos pequeños acudían a las consultas de atención primaria con todos los síntomas de un adicto a la morfina. Simplemente inconcebible.

lunes, 1 de junio de 2015

Eran las tres de la tarde del 6 de septiembre de 1980. La familia Salgado descansaba en el interior de la casa de la finca llamada Cuatro Cuartos de Torrejoncillo, Cáceres. Estas personas estaban al cuidado de los animales de dicha propiedad.

De pronto, rompiendo el monótono sonido del campo en las horas de más calor, se escuchó un tremendo estruendo. La familia de “guardeses”, excepto la madre, salió al exterior para contemplar, asombrada, algo que no olvidarían en el resto de su vida. Junto a ellos, acudieron los encargados de otras tierras lindantes para prestarles su ayuda. Mientras, aquello que, en un primer instante les parecía un “avión raro y potente” surgido de la lejanía, comenzó a acercarse al humilde y solitario caserío. Ya se definía su forma y el efecto que producía su presencia. Era un gigantesco torbellino de fuego, del color de la llama del butano, que parecía ir abrasando cuanto se encontraba a su paso. Sobrevolaba las copas de las encinas, calcinándolas. Todo fue muy rápido, tanto que los animales no tuvieron tiempo ni de intentar su huida. Así, se descubrieron, después, cómo cientos de conejos habían sido carbonizados en sus propias madrigueras y en una postura natural, exenta de cualquier signo de alarma o peligro.
Benito Salgado

Benito Salgado, el empleado que primero percibió la anómala situación, lo recordaba así:

Nos entró el miedo. Aquello iba volando, no a ras de tierra, y las encinas se iban abrasando a medida que pasaba junto a ellas. Y todo era muy rápido. Tanto que vimos cómo los conejos eran "atrapados", sin tiempo de escapar de las madrigueras.

Aquello los abrasó al instante, como si el torbellino fuese "acarbonizando" todo lo que tocaba. A la vez decidimos despertar a nuestra madre, que dormía en otro cuarto de la casa, para sacarla de allí. Y nos costó convencerla. Ella gritaba y se agarraba a lo que fuese. No quería dejar su casa, pero le dijimos: "Vámonos, mamá, que esto nos mata".


Pero lo más inquietante de todo fue que “aquello”, aquél enorme fuego en forma de cono, pareció actuar de forma inteligente. En su rápida avanzada, en el momento de toparse con la casa de los Salgado, a unos cien metros de ella, el torbellino de fuego se dividió en dos, flanqueando el cobertizo de los guardeses de Cuatro Cuartos para unirse, de nuevo, en uno, tras sobrepasar la vivienda.


Cuatro Cuartos de Torrejoncillo
Aparte de los conejos muertos en sus madrigueras, sin tiempo a la reacción, hubo otros animales que sufrieron extraños efectos en su cuerpo. Una perra preñada aparecía muerta, con el lomo despellejado y los cachorros, a su lado, totalmente carbonizados.

Pero si hubo una fotografía que destacara en los informes que se hicieron sobre este suceso, esa fue, sin duda, la de un gato de la familia que sobrevivió a pesar de permanecer en la zona quemada. Su aspecto era lamentable, con las orejas y parte de un ojo chamuscados. A los tres días murió. El veterinario le detectó un tumor maligno como causa de su muerte.

Domingo Jaralero se presentó en el cuartel de la Guardia Civil de Torrejoncillo para avisar del extraño fenómeno. Además de la Benemérita, acudieron una dotación del Cuartel de Coria y miembros de extinción de incendios de ICONA. Abrieron una investigación cuyo expediente se registraba con el epígrafe 17/8 del 9 de 1980. Allí se recogieron los testimonios y los extraños efectos, huellas y raras características del fuego que allí pudo actuar, pero ninguna explicación posible.

Situacion de la Finca
Tras ser avisada, la Guardia Civil esta pudo comprobar, extrañada, los efectos del misterioso cono de fuego. El fenómeno había partido exactamente a 1800 metros, en línea recta hacia la casa. Se deducía que se había desplazado a varios metros del suelo puesto que había abrasado todas las encinas que encontró a su paso. Después, en la explanada existente frente a la casucha de los Salgado, aquello descendió y quemó el terreno, incluso dentro de la tierra.

También se quedaron marcados en el suelo de la finca una especie de señales o cortes que demostraban los misteriosos giros que había hecho sobre el torbellino.

Pero lo curioso del suceso era que el fuego, en algunos puntos, parecía comportarse selectivamente. Podía quemar un matorral y, sin embargo, el pasto crecido y seco de su alrededor, no. Incluso, un mismo árbol podía ser calcinado parcialmente en su tronco con pequeños y dispersos círculos a modo de lunares negruzcos. O en una ventana de la casa que apareció quemada parte de su marco pero, en cambio, la fachada aparecía sin rastro de fuego.

Al parecer aquel artefacto en forma de cono de fuego expulsaba goterones incandescentes que agujereaban bidones metálicos y los desplazaban hasta unos doscientos metros de su ubicación; enormes piedras que habían sido arrancadas de su sitio; platos y botellas de cristal, aparecían fundidos o retorcidos. Un fenómeno que apenas duró dos minutos pero que dejó piezas de cuarzo y mármol parcialmente derretidos. O los alambres de espinos de la cerca goteando hasta deshacerse. Estos materiales alcanzaron una temperatura superior a los 2.000 grados centígrados.

Uno de los primeros investigadores que llegaron al lugar fue el geólogo Juan Gil Montes, quien afirmó sin ruborizarse y con toda rotundidad que en su larga carrera nunca había visto nada igual. Nadie de los de la familia sufrió daño alguno aunque sí se expusieron a ello puesto que, viendo aquello avanzar, decidieron salir de la casa y huir de allí.

Quince hectáreas inexplicablemente arrasadas... y la gente comenzó a hablar de ovnis, de pruebas nucleares o de alguna bomba extraviada de algún avión de la Base Aérea Militar de Talavera la Real. Hipótesis, todas ellas, molestas para las autoridades.

La noticia, difundida con rapidez por el corresponsal de Radio Nacional en Coria, Pedro José Yerpes, grabadora en mano, José Yerpes, realizó in situ una inolvidable crónica de todo lo que allí ocurría:

Comprobamos que el fenómeno había surgido exactamente a 1.800 metros en línea recta a la casa. Seguimos el propio rumbo del «fuego» y constatamos que aquello iba elevado a unos palmos del propio suelo, abrasando todas las encinas que se encuentran en aquel lugar. Luego, en la llanada que existe frente a la casucha, descendió y abrasó la tierra por dentro en varios palmos.

Lo misterioso es que había varios cortes perfectos producidos por el fuego que demostraban que éste había hecho extranísimos giros sobre el terreno. Eso sí que era en verdad desconcertante. Luego, ya dentro de la finca, vimos aterrorizados cómo había decenas, centenares de conejos completamente carbonizados. No habían podido escapar ni reaccionar. Y eso sí que parecía sobrenatural. ¿A qué velocidad podían ir aquellas llamas?..."




Lo cierto es que en aquél otoño de 1980, en otros lugares del mundo, sucedieron hechos de curiosas coincidencias con lo ocurrido en Torrejoncillo :

20 de septiembre de 1980: En la Calera (Sevilla), un artefacto cónico se aproxima a un campo con ganado produciendo diversos efectos y quemaduras a los animales (Pueblo, 27/10/80).

28 de septiembre de 1980: En Catamarca (Argentina) un cono luminoso causa un incendio en un arrabal. Apareció emitiendo un gran zumbido (Efe Argentina, 09/80).

20 de octubre de 1980: En Dakar (Senegal), un objeto cónico destruye 50 chozas de un suburbio al aproximarse a ellas. La Gendarmería, el Ejército y la Escuela Politécnica de Thies elaboró un extenso informe al respecto.

22 de octubre de 1980: En Tianjin (China) un cono de varios colores aparece despidiendo calor y quemando la vegetación para posteriormente introducirse en el mar (Pueblo, 22/10/80).